Ni siquiera la luz artificial más brillante puede compararse con la luz natural a la hora de mantenernos sanos. Las investigaciones científicas han demostrado los vínculos entre la falta de luz natural y diversos problemas físicos y mentales. De hecho, los expertos calculan que el 15 % de la población mundial sufre distintos niveles de trastorno afectivo estacional (TAE, también conocido como depresión invernal), y esta tendencia se incrementa cuando aumenta la latitud.
También hay numerosos problemas de salud relacionados con la falta de suficiente luz natural. Por ejemplo, la carencia de vitamina D, que se ha vinculado a problemas de cansancio y fatiga, y a un aumento de la vulnerabilidad a las enfermedades. Es necesario salir para que el cuerpo se exponga a la luz del sol y pueda producir vitamina D. En Europa y otros países situados al norte, es necesario estar en el exterior en verano. Además, la luz artificial puede interferir con el reloj corporal y provocar dificultades para concentrarte, un aumento de la presión arterial y otros problemas.