2.
Busca la orientación adecuada
Nuestros cuerpos solo pueden sincronizarse con lo que se conoce como el ritmo de 24 horas de "dormir, trabajar y vivir" mediante una exposición correcta a la luz y la oscuridad, y los niños no son una excepción. Si es posible, orienta los dormitorios de los niños hacia el este, en dirección al sol de la mañana. Esto es especialmente beneficioso para adolescentes y jóvenes, cuyo reloj biológico está retrasado y a quienes les suele costar levantarse por las mañanas. Además, asegúrate de que por la noche las cortinas o las persianas impidan que en su habitación entre tanta luz como sea posible.